Tercera parte de [url=http://http://stalkerhispano.com/foros/rincon-de-las-artes/mutaciones-literarias/descender-en-la-zona-parte-1-4.php]Descender en la Zona[/url] Esta parte tiene mucha menos revisión que las anteriores, si algo se me ha pasado, me avisan.
III
El cielo se ha despejado un poco y ha aparecido una luna digna de la tierra desde donde es vista, enorme y de color anaranjado, invadida por una terrible infección. Los dolores de cabeza han vuelto.
Al principio no he querido creerlo pero ahora puedo tocarlo, he llegado hasta un alambrado. Del otro lado veo un camino. Miro hacia arriba y por un instante contemplo la posibilidad de treparme, pero la verdad nunca he sido muy atlético y menos con este traje, asíque decido seguir su recorrido hasta encontrar una pasada.
Al fin la pasada que esperaba, ahora estoy en un camino ante dos posibilidades, subir o bajar por la colina. Me detengo un momento, hacia abajo no logro ver mucho, un camino que desciende entre paredes de roca. Hacia arriba se ve una barrera para detener el transito y una torre de vigilancia. Aunque no parece haber nadie custodiando, detrás de eso debe haber alguna instalación donde haya alguien. Decido seguir hacia arriba, cruzo la barrera agachándome y veo en el suelo otro cadáver con el mismo uniforme azul del zombie, junto a él hay un arma, pero esta vez definitivamente supera mis escasas capacidades, si no se cómo voy a apañármelas con el rifle llegado el momento, ¿qué podría hacer con un lanzamisiles?!. Permanezco unos segundos contemplando el brillo del arma pensando qué circunstancia ameritaría su uso. Comienzo a creer que los archivos que nos enviaron era una versión de bolsillo.
Cuando estoy por seguir camino, percibo un movimiento por el rabillo del ojo de inmediato ruedo detrás de un barril que hay cerca del cadáver. Una persona caminando, por un momento casi me pongo contento, hasta que veo el mismo patrón en la caminata errática, es otro de esos. Intento pensar en qué hacer, no va armado y por lo que he visto no son muy ágiles que digamos, quizás podría… de repente una descarga eléctrica golpea al zombie interrumpiendo mis pensamientos. Ha salido de la nada, desde aquí no puede ver si ha sido algún cable o algo, pero no parece haber nada en el suelo. Al menos ha resuelto mi problema de qué hacer con el zombie. Camino con cuidado hasta un camión abandonado en el camino, tratando de ver de dónde ha salido la descarga eléctrica. El zombie está ahí tirado y no veo nada en el suelo que pudiera provocar algo así. Supongo que es una de esas anomalías que mencionaba la edición de bolsillo como algo “normal”. Junto al camión hay varios tornillos, tomo uno de ellos y lo lanzo hacia al zombie. Me sobresalto al ver que en pleno vuelo el tornillo ha sido golpeado por la descarga. Ha salido de la nada, como si el lugar no fuera lo suficiente terrorífico, ahora esto. Tomo todos los tornillos junto al camión y sigo camino. Mi corazón parece haber subido a la cabeza y estar latiendo en una jaula de agujas. Extrañas nubes se han ubicado en primera fila de este horrendo espectáculo ocultando a la siniestra luna, pero sé que sigue ahí, esperando verme caer.
Varios metros más, mas vehículos abandonados. Llego a una encrucijada, hay una caseta, seguramente una parada de autobús. Mi mente se ve invadida por la imagen de varios zombies esperando para regresar a casa luego de una ardua jornada de trabajo, es hilarante y a la vez espantoso. Una vez más la risa resonando dentro del casco me golpea con la realidad. Más adelante en el camino hay varios vehículos militares en formación circular, varios cadáveres están dispersos dentro de esa ronda. Como si las lecciones anteriores no me lo hubiesen enseñado, me dirijo hacia allí con las esperanza de que alguno de esos cadáveres tenga una radio o algún otro medio de pedir ayuda, pero claro si fuera así ellos no estaría tirados pudriéndose. Mi mente racional ha comenzado a retroceder en busca de alguna realidad donde los muertos no quedan tirados en los caminos hasta que algún animal o semejante decida convertirlo en su cena. Es así que sigo hacia los vehículos, hasta que al llegar a uno de ellos cruzo una frontera invisible. Algo parece ser distinto dentro de la ronda, mis pupilas se contraen, todo se vuelve más brillante. Reviso los cuerpos y no encuentro nada, son soldados pero no hay ningún arma, otra vez pienso que alguien o varios “alguien” han pasado por aquí antes. Mis pensamientos se nublan, salgo de la ronda y de a poco todo vuelve a aclararse.
Detrás de los vehículos militares el camino comienza a subir. Me da la sensación de estar siguiendo el sendero de la muerte y me atemoriza llegar a alcanzarla, pero continúo. Siento como si me estuvieran vigilando desde la arboleda que bordea el camino. Más adelante hay una pequeña barricada con dos cadáveres, esta vez solo ameritan un par de miradas para saber que no hay nada útil que tomar de ellos. De repente escucho pasos a mis espaldas, giro y veo una silueta luminosa que se desvanece centímetros antes de alcanzarme. Su brillo nubla mi vista unos segundos, cuando se aclara observo el camino hacia abajo, decenas de esas siluetas salen desde los árboles.
Comienzo a correr cuesta, cruzo una entrada, más allá hay una especie de base cercada por muros. Sigo corriendo junto al muro buscando la entrada para poder refugiarme en algún edifico y con suerte encontrar a alguien vivo que no quiera merendarme. Las siluetas se multiplican a mi alrededor.
Al fin la entrada. Frente a mi hay otra pequeña barricada, esta vez sin cadáver. A mi derecha el terreno baja, se ven vagones como si fuera un campamento, a mi izquierda hay un edificio. Podría probar suerte ahí, me dispongo a correr hacia allí cuando tres zombies salen detrás del edificio. Decido tomar el otro camino. Más zombies aparecen por todos lados. Veo un vagón internado en una plataforma de descarga, subo por una rampa y entro a un corredor cerrado. Luego de unos pasos me doy cuenta que al parecer los zombies ya no me siguen, pero siento que he sido “arreado” hasta este lugar.
Me dejo caer sobre unas cajas de madera, tratando de recuperar el aire y más importante aún de convencer a mi mente racional que vuelva a tomar el timón, pero como si gritase “no hay nadie aquí” desde el interior de su refugio, suelta sobre mí una carretilla de recuerdos de Laura. Tomo conciencia de que estoy en un oscuro túnel, solo, en medio del infierno, y el momento en que la besé por última vez en aquel helicóptero me parece tan lejano. Una lágrima surca mi rostro y es el inicio del diluvio. Lloro como no lo hacía desde que era un niño, incluso peor. El mundo a mi alrededor se vuelve vacío, solo llanto, gritos y su ausencia.