Hacía un calor insoportable. El sol brillaba suspendido sobre un cielo de un azul tan intenso que se confundía en el horizonte con las profundas aguas del Pacífico. En la orilla, sin embargo, el agua aparecía totalmente transparente. Mikhail pudo ver un pez raya nadando a escasos dos metros de él, planeando tan cerca del fondo que levantaba nubes de arena al batir sus enormes aletas pectorales. Siguió al pez con la vista hasta que el animal pasó junto a las largas piernas de una chica. Levantó la vista. Era muy hermosa. De piel morena, ojos negros y alegre y blanca sonrisa, con un largo y rizado pelo negro que le caía sobre los hombros y solo a medias ocultaba sus hermosos pechos. El agua le cubría hasta la cintura, y su sexo se adivinaba desnudo tras los reflejos que el astro rey arrancaba de la superficie del agua.
Le llamó con las manos, invitándole a ir hacia ella. Mikhail dio unos pasos, pero le costaba mucho avanzar. Miró hacia sus piernas y, sorprendido, se dio cuenta de que llevaba puesto su Bullat. Ella reía, y seguía haciéndole gestos para que se aproximase. Mikhail soltó su Heckler & Koch G36, que se hundió pesadamente hasta descansar sobre la blanca arena del fondo. Después de quitó el casco, y comenzó a despojarse de su traje de stalker. Miró a la chica. Seguía riendo, pero no era una risa burlona, sino sugerente y atractiva. Se zambulló en el agua. Al salir nuevamente, sus manos llevaron su cabello mojado hacia la espalda, y Mikhail pudo apreciar por primera vez sus senos, grandes y turgentes.
Acabó de despojarse de todo su equipo y corrió hacia ella, venciendo la resistencia del débil oleaje que rompía contra él. La chica abrió sus brazos para recibirle con un gesto seductor, sugerente y prometedoramente cálido. Apenas faltaban dos metros para fundirse entre sus brazos, cuando Mikhail vio con ojos aterrorizados cómo una bala atravesaba la cabeza de la chica, salpicando la brillante superficie del mar de rojo intenso. La chica se desplomó hacia atrás y se sumergió en el agua sin vida. El stalker gritó, un intenso zumbido atravesó su cabeza, y cayó también al suelo.
Se encontró de repente en un lugar oscuro y frío. Estaba desorientado y solo acudían a su mente ráfagas de recuerdos lejanos, que se desvanecían tan rápido como habían venido. El sol, una raya, la chica, sangre...
-Joder, Mikhail –oyó una voz a su espalda-. A ver si tienes más cuidado, que un día vamos a tener un disgusto.
Miró hacia el lugar de donde venía la voz. Una linterna le deslumbró. Se tapó con una mano a modo de visera. Cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo al ambiente que le rodeaba, pudo ver que se encontraba tirado en un túnel de tren, completamente desnudo, junto a un charco de sangre que manaba de la cabeza reventada de un controlador, a escasos dos metros de él.
-Gracias, Sasha. Creo que te debo una.
-Desde luego que me debes una. ¿Se puede saber en qué coño estabas pensando?
-Más que pensar, era un sueño.
-Un sueño estupendo, por lo que veo – rió Sasha señalando la animada entrepierna de Mikhail con su Sig 550- Joder, vístete de una vez, que me está dando cosa verte eso.
Alpana, abril 2011