Espacio donde florece el FanFiction, la escritura que ha sido inspirada por las aberraciones de la Zona.
TEMA: La Zona siempre hace justicia
La Zona siempre hace justicia 29 Mar 2011 14:21 #5658
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De cómo Román Vassilievich el Tonto burló a su burlador y de cómo la Zona siempre hace justicia
Bueno… a ver novatos… no sé cómo empezar esta extraña historia… Eh, si, fué aquel 17 de Octubre. El día de la Gran Emisión matutina que acabó con la tropa del teniente Vostok… ese hijo de perra que nos tenía a todos encabronados en el Vertedero Sur. En fin, aquella tarde mis compañeros Milka, Román el tonto, Ivan Cadena y yo regresábamos del Cordón, con mucha hambre y muy cansados. Acabábamos de adquirir varias armas y teníamos la intención de venderselas a un stalker llamado Kiril, Kiril el Buey, porque era un tipo gordo y fuerte como un toro de esos con los cuernos muy largos. Siempre supe que era un estafador; engañaba a los demás stalkers comprando a precios ridículos y había que tener mucho cuidado para no caer en sus trampas. Su munición de escopeta siempre estaba en mal estado y engañaba tambien con el peso del pan y de las rodajas de fruta seca que todavía se vendían. En fin, que dejé a Ivan y Milka en los 100 Rads para que compraran suministros, y yo junto con Román, nos fuimos a ver a Kiril a su tienda de lona. El chico venía detrás de mí cargado con los dos sacos de armas, pero no protestaba. Nunca había sido muy inteligente, así lo decía el doctor Dimitri del Hospital Civil de Somoskaya, … si… decía que demasiado cesio-137 le habia hervido el cerebro cuando era niño, cerca de Rostok, y por eso era un poco lento y tonto en reaccionar y que no entendía por qué no se había muerto ya. Tenía buena puntería pero no sabía contar más de diez, a veces se cagaba en los pantalones porque no se acordaba de ir a la letrina y tenía la costumbre de comer los macarrones con los dedos. Pero era un buen chico, fuerte y obediente. Su padre, Oleg Vassili, murió de cancer de piel cuando él tenía 8 años. Su madre y su hermana pequeña se fueron a Polonia con unos parientes y a la tercera carta desaparecieron de esta historia. Yo me quedé al cargo de Román, ya que era pariente lejano mío. En fin, novatos, que me convertí poco menos que en su familia completa. Bueno, a lo que iba, el chico y yo llegamos a la tienda y Kiril estaba fumando una pipa de agua junto con otro tipo de cara morena. Nos miró con ojos semicerrados y apagó el viejo receptor de radio Elka que tenía debajo de su silla. El otro tipo desapareció cerrando la puerta de reja metálica y empezamos a negociar. - Hola Sacha, vaya, vaya, veo que me has traido algo bueno, eh?.... a ver, deja que mire… uhmm…. siete AK-47 y dos recortadas…. muy bien, dile a tu chico que las deje en la mesa… - Esta vez el precio será algo mayor, Kiril. Las armas están en muy buen estado… - Si, bueno, verás…. El negocio no va demasiado bien. No voy a poderte pagar lo que me pides. Mira, haremos una cosa, te daré 800 rublos por todo el lote, ¿qué te parece…? - Me parece un robo. Cada AK vale al menos casi 300 rublos… - Ya, bueno, … pero, ¿encontrarás a alguien que realmente los quiera comprar a ese precio…? No me quedó otro remedio que aceptar la oferta de Kiril el Buey. Necesitábamos urgentemente suministros, latas de comida y algunas vendas para la herida en la mano de Milka. A regañadientes estrujé los mugrientos billetes en mi puño y salí de la tienda. Si embargo, noté que Román seguía dentro. Entreabrí lentamente la puerta de rejilla metálica y lo ví, de pié como un pasmarote, hablando con el gordo de Kiril. - Vaya, vaya, así que el chico tonto de Sacha tiene tambien algo para mí… jejeje…. bueno hijo, dime de que se trata, no tengo todo el día…. - Algo bueno… muy raro… da mucha luz…. - Vaya!... así que algo muy bueno eh?… bien, muestramelo… - No, no, usted me paga veinte rublos - Claro hijo, pero antes tengo que ver lo que compro…. - No, no… algo muy bueno, pero vale solo un poco veinte rublos… - Ya joder!, enséñamelo o vete con a tomar por culo, maldito idiota! Con la sabiduría ancestral que la Naturaleza otorga a los inocentes de espíritu, Román bajó la cabeza y con humildad introdujo su mano en la mochila táctica que colgaba de su cadera derecha. Extrajo delicadamente un envoltorio de trapo, mugriento y de forma indefinida, que emanaba un extraño y acre olor. Con infinito cuidado lo depositó en la mesa de madera de palé de Kiril y se retiró dos pasos para que el comerciante pudiera examinarlo a su gusto. Tengo que deciros, novatos, que yo no tenía ni la más remota idea de qué rayos era aquel envoltorio. Román era un veinteañero pero con la mente de un niño de siete años. Llevaba sus bolsillos siempre llenos de cosas como cualquier niño; casquillos de munición, rodamientos metálicos, trozos de pan duro, cerillas. Pero nunca me había dicho nada de aquel envoltorio. Empecé a pensar que el pobre había encontrado algún artefacto valioso y quería venderlo para aparentar ser un adulto. Me dio mucha pena, no porque Kiril fuera a estafarlo sino porque yo podría haberle negociado un precio mejor. Y cuando el gordo ladrón abrió el envoltorio de tela, os juro por el cuerpo de Lenin que mi sangre se convirtió en arena. Nunca había visto nada parecido. Era tan hermoso… Cuando Kiril el Buey abrió por completo aquel trozo de tela mugrienta, una luz azul verdosa, intensa pero no deslumbrante, se propagó por toda la tienda de lona. La fuente de aquella irradiación parecía ser un objeto metálico, de medianas dimensiones, posiblemente una rueda de engranaje o el disco de embrague de un blindado ruso T-80. Irradiaba la luz de forma pulsante, inundando suavemente el recinto con infinitas tonalidades de aguamarina. En su pulida superficie metálica, pequeñas luces del tamaño de una cabeza de alfiler, revoloteaban en un gracioso baile en espiral, desde el centro del objeto hasta unos treinta centimetros de altura, para desvanecerse despues en diminutas explosiones de color anaranjado. Aquel artefacto era una verdadera maravilla y debía valer una fortuna. Tengo que confesaros, novatos, que mi primer sentimiento fué de codicia y de rabia. Con la venta de aquel hermoso artefacto podría haber sacado un buen montón de dinero en el bunker de Yantar. Podríamos haber repartido un montón de dinero entre todos nosotros, y a Román haberle pagado un buen médico en Kiev o en Moscú. Mi segundo sentimiento fué el de miedo. Cuando comprendí que aquello podría estar infectado de radiación, levante mi detector con un impulso del brazo y desde la puerta analicé el artefacto. Kiril me vió en la puerta pero sin embargo, estaba tan ensimismado con la luminosa rueda que siguió embobado. A pesar de mi miedo, el aparato solo detectó una pequeña radiación residual, nada peligrosa. Así que me adelanté para evitar que Kiril cogiese el artefacto y cerrase aquel absurdo trato. - Vaya, muchacho, este objeto es muy bonito… creo que voy a darte esos veinte rublos… - Ni hablar!, este chisme vale mucho más. Yo soy el padrino del chico, ahora negocias conmigo. - ¿Y quien coño eres tú para decirme cómo tengo que comprar? - Kiril, si quieres el objeto, te costará diez mil rublos. Al contado y ahora. - Jajaja!, eres un imbecil Sacha. Siempre lo has sido. Ni siquiera sabías que este idiota tenía esta rueda. - No toques ese trasto Kiril… es un consejo El gordo comerciante alargó la mano lentamente por la mesa para coger la rueda y cerrar el trato con el chico, como siempre se había hecho entre la hermandad de Stalkers, pero Sacha desenfundó su Makarov y apuntó directamente al entrecejo de Kiril. Este, vió que la situación no le era favorable, y como buen comerciante que era, intentó negociar un nuevo trato. - Nunca nadie me ha amenazado con un arma en mi tienda. Tú eres el primero y juro que serás el último. Mi última oferta son tres mil rublos y las armas que me habeis traido - Ni hablar, diez mil ahora. De lo contrario nos llevaremos la rueda. En ese momento, novatos, yo estaba muy nervioso y alterado, pero no podía dejar pasar una buena oportunidad de negocio como aquella. Diez mil rublos eran muchos rublos y posiblemente encontraría la forma de que Román me dijera donde había encontrado aquella rueda dentada. Tampoco quería tener en contra a Kiril, ya que era el único comerciante en aquella base stalker y tarde o temprano, necesitaríamos volver a comerciar con él. Y ahora, novatos, viene lo bueno. Cuando ya estaba a punto de aceptar la penosa oferta de Kiril, el chico volvió a meter la mano en su bolsillo, y de un puñado, sacó un montón de objetos sin valor y los soltó directamente encima de la luminosa rueda dentada. El montón de monedas, tornillos, collillas de cigarrillo, clips de alambre, trozos de pan y envoltorios varios empezó a flotar como si fueran plumas de ganso en un vendaval. La extraña mezcla de materia y luz comenzó a estructurarse como un pequeño vórtice de energía verdosa, mientras los clips y monedas, danzaban en el aire sin esfuerzo aparente, con suave velocidad y una trayectoria circular. Era un espectáculo prodigioso. Un iridiscente caleidoscopio de formas etereas y luminosas. Como habreis supuesto, camaradas, el viejo ladrón de Kiril ya estaba haciendo cuentas de cuanto dinero sacaría vendiendo ese maravilloso artefacto a los cientificos de Yantar. Un objeto hermoso que además parecía una fuente de antigravedad controlada. Su precio de venta sería altísimo. - Sacha, toma el dinero y las armas. Te daré tres mil rublos más. Coge al chico y vete. - No, el precio ha subido ahora. Y no admito descuentos o me lo llevaré a otro sitio. - No, no! espera!... espera joder!!... Serguei!... Serguei!!... traenos una botella de vodka y algo de comer para el chico… Vamos a discutirlo más despacio… - No tengo nada que discutir ni necesito ningún vaso de vodk………!!! En ese momento, justo en ese momento, el chico, Román, me apretó la mano. No penseis que fué una mariconada. Fué simplemente como cuando Marushka, mi mujer, me aprieta la mano en la cama para decirme ‘’ Eh, tranquilo jefe, ya está bien por hoy…’’, ¿comprendeis…?. Supe que debíamos coger el dinero y salir de allí. El trato estaba cerrado. Cuando salimos de la tienda, yo llevaba un grueso fajo de billetes en la mano, Román volvía a llevar los dos sacos de armas y el viejo gordo de Kiril se corría de gusto pensando en el fabuloso negocio que acababa de hacer. Y sin embargo, el chico se estaba riendo…. o llorando… o las dos cosas a la vez… - Oye Román, ¿porqué no me dijistes que tenías ese artefacto…? - Tio Sacha, me voy a morir… yo me voy a morir ahora después un poquito… - No digas tonterías!. Tenemos dinero para llevarte a un buen médico y si quieres iremos a Varsovia a ver a tu madre y a tu hermana. - Pero me voy a morir un poquito porque la rueda ya no me puede curar… - A ver, a ver, de qué me estás hablando, Román? - Cuando yo hacía pipí en la rueda, yo me curaba y ya no me moría, ¿sabes? - ¿Qué estás diciendo niño? - Yo hago pipí en la rueda, y salen las luces y yo me curo, y ya no me duele la cabeza ni toso sangre… - Joder!... ¿me estás diciendo que tu orina es lo que hace aparecer esas luces? - Pero ahora ya no, por que no tengo la rueda… y me voy a morir… Y así era, pequeños camaradas. Román eliminaba el cesio radiactivo meando a través de aquella rueda dentada. Supongo que era por la aleación del metal o algo así. El pensaba que se iba a morir, pero yo sabía que con el dinero podría curarse con un buen tratamiento de drogas antirad. Se curaría y se marcharía a vivir con su madre. Y empecé a reirme como hacía años que no me reía, porque no me podía imaginar la cara del gordo ladrón de Kiril cuando fuera a vender aquel apestoso trozo de chatarra. Y, ¿sabeis?, ahora empiezo a comprender a esos chiflados de Libertad. La Zona tiene vida y conciencia propia, y ha sabido hacer justicia con el chico, y bueno, fin de la historia, uhmmm… y ahora novatos, que alguno de vosotros ponga el samovar en el fuego, me apetece una taza de té antes echarme una siesta…. |
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Re: La Zona siempre hace justicia 27 Abr 2011 04:09 #5928
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Muy buena la narrativa, me gusto mucho lo descriptivo que eres, el primer párrafo esta un poco largo y pegado, separalo para hacerlo mas grato de leer, me pareció que merecia un final mas interesante, pero en general me gusto...
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