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TEMA: Mariposa Monarca I
Mariposa Monarca I 26 Nov 2010 12:11 #2118
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Mariposa Monarca I
Fue un primero de Noviembre del 2013. El cielo estaba oculto tras una densa capa e nubes, más densa de lo que se acostumbra aquí en la Zona. Al ingresar en esta maldita tierra de nadie, donde la naturaleza tiene sus propias leyes, ignorando las de esta patria, encontré algo por lo que valía la pena luchar. Un grupo de personas como yo se habían unido en un punto algo peligroso y lucharon para hacerlo lo más seguro posible. Es un bonito lugar, pero el nombre de Apokalipsis me hace dudar a veces. Sin embargo me acompaña un hombre proveniente de allí. Lo raro es que no lleva la insignia de Apokalipsis, ninguna, es un Stalker Libre, algo extraño; pero según me contaron, este hombre ayudó en la fundación de la Base. Al menos me siento más seguro sabiendo que hay personas dispuestas a ayudar, estando juntos será más fácil sobrevivir. Nos habíamos encontrado con un grupo de científicos y este hombre, Shinigami, les había propuesto un trato: si él encontraba un artefacto que los científicos en Yantar buscaban, tres de estos cerebritos se unirían a Apokalipsis para estudiar la posibilidad de crear en la misma base una planta potabilizadora de agua. Era una oportunidad que no podíamos dejar pasar, porque ya me estaba hartando de embriagarme cada vez que tenía sed. Éramos cinco. Dos científicos empujaban una gran caja de metal con ruedas, mientras el hombre de rojo iba adelante estirando la caja, y otro científico caminaba junto a él, hablando. Mi labor era ir en la retaguardia y vigilar. Tenía mi AK 74 entre manos y miraba con atención todo lo que se movía, pero parecía tranquilo el entorno el día de hoy, como si la Zona hubiera decidido molestar a sus habitantes de otro punto. Fue entonces que nos detuvieron unos hombres de Libertad antes de llegar al tenebroso Bosque Rojo. Nos preguntaron que qué demonios estábamos haciendo; uno de los cerebritos se apresuró en decir que necesitaban recolectar unas muestras para su investigación. Efectivamente, necesitábamos tomar una gran muestra, pero de un artefacto, cosa que los de Libertad jamás se enteraron; por ende, nos dejaron continuar a través de la barrera; pero un grupo de guardias nos seguía de lejos: el Bosque Rojo es muy peligroso, según las descripciones de los más veteranos. El contenedor que transportábamos era extraño. Parecía un gran baúl de aluminio, brillante, duro, pesado, y eso que el aluminio es liviano. Uno de los científicos que contaba que era más complejo: la capa de aluminio era delgada, pero fuerte, luego se seguía una capa de una especie de arcilla que actuaba como aislante término y luego otro capa interior era de plomo y tenía 5 cm. de espesor. El artefacto que debíamos transportar parecía ser bastante peligroso, aunque aún no sabía de qué se trataba. El Bosque Rojo. Me dio una sensación horrible. Era como si alguien me estuviera observando, pero no había nadie cerca en el mapa de mi PDA. Podía oír a los mutantes acechando, pero no se veía nada. Entonces, uno de los cerebritos dijo que el sonido rebotaba en los árboles, haciendo eco. Shinigami lo calló: « La madera absorbe el sonido por la densidad que tiene, es un aislante. En cambio, las rocas pueden ayudar a que el sonido sea redirigido y hasta amplificado, dependiendo de su forma. ». A lo que otro de los cerebritos respondió diciendo que en algunos lugares se escucharía más fuerte el sonido por ausencia de vegetación, mientras que en otros el sonido sería más débil. La verdad, no me importa. Solo quería salir de ahí lo más rápido posible. Estaba y sigo estando completamente seguro de que hay algo extraño en estos árboles, pero no-sé-qué. Allí estaba, en el claro. Era el artefacto más hermoso que jamás había visto, era simétrico y plano, tenía la forma de una mariposa y se movía de la misma forma que una de verdad. Su color era negro o grisáceo, tornasolado, y emitía una débil luz rosa y dorada, unos tonos eléctricos; no pálidos, sino todo lo contrario. Sentí que me estaba llamando, pero Shinigami me detuvo. Unas uñas doradas salían de sus dedos, como atravesando sus guantes. A través del cristal del casco del SEVA podía ver que él tenía una máscara blanca, y debajo de la máscara se veían sus ojos tenebrosos; esto era muy serio para él. Se acercó al artefacto y lo tocó solo con las puntas de sus garras. Lo guardó en el contenedor con ruedas que llevábamos y lo sellaron a presión. Les pregunté por qué se molestaban por tener tantas precauciones por un artefacto así. Me respondieron «Se llama Mariposa Monarca. Ese artefacto mata a todo ser vivo que lo toque al instante. Necesitamos saber si es posible destruirlo; sino, quedará encerrando y lo pondremos fuera de alcance de cualquier humano.» Un brillo intenso me dejó ciego, mis oídos zumbaban y todo mi cuerpo me dolía. Una granada había explotado cerca de nosotros. Estaba acostado en el suelo. Una luz blanca, fuerte y tibia, trayendo un fuerte viento sobrecogedor, estaba en el cielo y se acercaba cada vez más. ¿Era el camino al paraíso? De pronto, la luz se apagó revelando ser un helicóptero, se acercaba rápidamente y dejó caer una escalera. Una mano sujetó mi brazo y me alzó, era Babel, uno de los guardias de Apokalipsis. Lo miré, pero él estaba observando al horizonte, con un Vintorez en la otra mano, intentando apuntar a quien sea que hubiera lanzado la granada. Me apresuré a la escalera y subí al helicóptero. Era de Apokalipsis, mi hogar. Un stalker más experimentado que yo me pidió ayuda para bajar unas cuerdas y así subir el contenedor con el artefacto, mientras los científicos subían por la escalerilla hasta el helicóptero. Shinigami trepó a un árbol y se sujetaba con una mano, mientras que con la otra seguía apuntando y lanzando ráfagas intermitentes de tres balas hacia la carretera, donde los Militares estaban. Un lanzacohetes. Un RPG-7. Uno de los militares lo tenía y estaba apuntándonos. El helicóptero se estabilizó. Mi compañero de Apokalipsis tomó un rifle francotirador, apuntó un segundo y destrozó la cabeza del perro militar. Rápidamente, tomé una granada y la lancé. El lanzacohetes explotó en mil pedazos mientras nos alejábamos hacia el Sur. El Shinigami estaba parado en el prado mirando cómo nos alejábamos, su gabardina roja lo volvía casi invisible en ese lugar. Luego, lo vi corre hacia el Noroeste, hacia Pripyat, creo, o tal vez la Fábrica Júpiter. Me preguntaba entonces: Si los rumores de que el Shinigami es la mismísima Muerte son ciertos, ¿entonces por qué me salvó? ¿Por qué no me dejó morir? Tal vez hubiera hallado la paz del otro lado. No me lo esperaba, Babel pudo oír lo que yo balbuceé y me respondió « Nadie sabe lo que te puede tocar una vez que llegas del otro lado. Es mejor seguir viviendo, porque “el Infierno es, mitad Prisión, mitad Infierno; y Chernobyl no le pisa ni los talones” según cuenta nuestro amigo. “Vive y deja vivir”, ya te llegará tu hora algún día. » |
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