Bueno, con este relato empezó todo, fue lo primero que escribí. Los veteranos lo recordarán, al resto espero que os guste, aunque al ser el primero estará lleno de defectos.
Mi amigo murió.
La Zona pudo con él. Ayer su alma dijo basta. Ya no quería seguir luchando más y se entregó a un sueño eterno, un sueño placentero en el que al fin podrá descansar.
Es un lugar cruel esta tierra, no perdona. No perdona un solo momento de debilidad, indecisión, duda, piedad, temor o amor. La Zona no quiere esas cosas, sólo quiere rencor, sufrimiento, traición, insidia, lucha, sangre, sólo quiere tu sangre.
No sabes lo que aprecias a alguien hasta que lo pierdes. Eramos inseparables, mi único apoyo en esta miserable franja de tierra radiactiva, en este holocausto nuclear que ha creado el hombre. Ahora pienso en mi amigo, en los momentos que vivimos juntos en la Zona, batidas contra mutantes espalda contra espalda para salvar la vida en el Bosque Rojo, largas partidas de cartas en interminables noches junto al fuego de algún campamento en el Cordón o el Valle Oscuro, horas de canciones con una guitarra que robamos en el Zoo de Deber para ahuyentar el miedo y la soledad, incursiones a escondidas en la noche en las bases de Libertad o Deber para buscar provisiones cuando ya no había nada más que comer, muchas botellas de vodka para calmar el intenso frío y los desagradables recuerdos de la lucha diaria…
Han sido muchas horas compartiendo lo bueno y lo malo, mucho más de lo malo que de lo bueno, esta Zona es lo único que tiene: maldad. Y cuando hay algo o alguien bueno como mi amigo, se encarga de minarlo poco a poco, hasta que destroza su ser, su misma esencia, y devora sus entrañas lentamente hasta destruirlo.
Ayer fue un mal día. No paraba de llover, esa lluvia que cae del cielo rojo mezclada con sabe Dios qué porquería, y que hace que cada gota que toca tu piel parezca un clavo ardiendo. Desde la noche estuvimos luchando contra hordas de mutantes, no paraban de salir de algún infecto agujero en la tierra. Y cuando no eran perros ciegos o chupasangres venían los bandidos, ávidos de codicia, dispuestos a matarte sólo por unos pocos rublos o un trozo de pan mohoso. Estuvimos todo el día luchando sin descanso, ya nos faltaba de todo, munición, comida, vendas, fuerzas, esperanza; y cuando al fín parecía que todo se calmaba, una anomalía acabó con él. Fue en el camino a Yantar. De repente mi amigo se paró y su cuerpo cayó al suelo fulminado.
Ya no quiero seguir aquí, pero tampoco puedo salir de aquí. No tengo donde ir, ni nada con que comprar una nueva vida. La Zona me tiene atrapado y me temo que ya nunca me dejará salir. Supongo que tarde o temprano acabaré como mi amigo, mi cuerpo inerte yaciendo en algún sitio devorado por mutantes carroñeros.
¿Por qué tuvo que ser él? ¿Es que esta maldita Zona no va a parar hasta que acabe con toda la humanidad? YO TE MALDIGO, maldigo tu tierra, maldigo tu central nuclear, maldigo la codicia de los políticos que provocó el primer accidente en 1986, y maldigo la codicia de los hombres que han provocado las siguientes explosiones y las emisiones que nos están friendo los sesos poco a poco.
Pero, ¿y si hubiera una esperanza? Quizás si llego hasta el Genio pueda hacer algo… Si, lo haré. He de llegar a él. Llegaré hasta el Genio y formularé un deseo. Dicen que el Genio concede deseos a quien llega hasta él. Yo ya sé cual es el mío. No quiero riquezas. No quiero gloria ni fama. No quiero reconocimiento. No quiero nada de eso. Llegaré hasta el Genio, descubriré su secreto, pediré mi deseo:
“Deseo que el disco duro de mi PC vuelva a funcionar ¿Por qué tuvo que romperse ayer cuando llevaba ya la mitad del juego?”
Alpana
SALUDOS, CAMARADAS STALKERS. Espero que os haya gustado.