Resubo este relato ya bastante antiguo. Basado en la canción "Querida Milagros" de El último de la fila.
Para los vagos y perezosos, es cortito, podéis leerlo
Querida Natasha
Ni el traje blindado ni su Kalashnikov han podido ayudarle. La vida se le ha escapado rápidamente arrastrada por un río rojo que brota de su cuello, mientras sus manos trataban de sellar el manantial sin éxito. Un bandido se acerca lentamente y detiene sus pasos junto al cadáver del infortunado novato. Se agacha y comienza a mirar entre sus ropas, buscando munición, tabaco, vodka, cualquier cosa de valor. Finalmente encuentra un papel cuidadosamente doblado en uno de los bolsillos. Lo despliega, esperando encontrar información por la que alguien esté dispuesto a pagar mientras sus ojos se deslizan por las líneas pulcramente escritas a lápiz.
Querida Natasha:
Llevo diez días aquí. Te echo de menos, pero todo lo soporto pensando en nuestros planes para cuando regrese. Si no fuese por eso, creo que me hubiese vuelto loco la primera noche que pasé en este horror.
En este tiempo he visto cosas que no creerías. He visto cómo el cielo se vuelve rojo y llora pájaros muertos, mientras hombres y bestias corren desesperados a esconderse para no morir al instante. He visto criaturas salidas de las más horribles pesadillas que se pueda concebir acechando a la espera de cualquier presa, humana o animal. He visto a los hombres pelear hasta la muerte por una botella de vodka. He visto soldados (stalkers, les llaman aquí) expertos, fuertes, llorar como niños destrozados por la crudeza de esta tierra donde sólo crecen las malas hierbas.
Aquí las noches son tan negras que ni siquiera la luz de las linternas consigue atravesar el denso aire más allá de dos metros. Por si fuera poco, el silencio que normalmente reina en la zona es roto a menudo por los gruñidos de animales y mutantes. Son unos aullidos aterradores. Se pasa mucho miedo aquí, no me importa reconocerlo. Los hombres se juntan para pasar las horas hasta que llega el alba para protegerse mutuamente.
Me he unido a un grupo de stalkers, una especie de paramilitares, Deber se llaman. Tratan de mantener a raya la Zona y los mutantes que abundan por este rincón olvidado del planeta. Son gente experimentada, y tienen buen material. Además, recibo un sueldo cada semana, y puedo comerciar con todo aquello que encuentre por ahí. Creo que es lo mejor que puedo hacer para tratar de regresar cuanto antes a tu lado. Nadie me obliga a estar con ellos, así que puedo irme cuando quiera.
No tengo amigos aquí. Ni yo ni nadie. Cada uno se mueve por su propio beneficio, y aún durmiendo dentro de la base debo tener cuidado, ya que incluso aquí te pueden matar sólo para robarte lo poco que tengas. Ayer mismo apareció un tipo degollado dentro de su propio saco de dormir. Ni siquiera llegó a saber quién le asesinó.
Pero no te preocupes por mí. Tengo el presentimiento de que hoy va a ser un buen día. No se por qué, pero tengo la corazonada de que voy a encontrar uno de esos artefactos de los que hablan, por los que pagan pequeñas fortunas.
Se me está acabando el papel, así que tengo que despedirme. Me han dicho que hay un viejo comerciante cerca de uno de los accesos a la Zona que se encargará de enviarte la carta, si antes le pago bien, por supuesto. En cuanto pueda volveré a escribirte unas líneas.
Adios, mi amor. Te quiero.
Piotr.
PD: Piensa en esa casita que vimos juntos. Con el dinero que gane aquí podremos comprarla, abriremos una pequeña tienda y podrás dejar la fábrica. Ya falta menos.
Las manos que sujetan la carta encuentran tras ella una pequeña foto. Es de una mujer, joven, rubia y de ojos claros. Está tumbada entre las flores, y lleva un ligero vestido con un generoso escote. Está sonriendo, y parece feliz, disfrutando de un día de campo. El asesino arruga la carta y la tira junto al cadáver del novato. Luego se guarda la foto en la guerrera.
“Me servirá en las largas noches solitarias” piensa mientras se aleja sonriendo lascivamente.
Alpana