Bueno, empezamos con la segunda saga del Shinigami.


Prólogo


0623 horas, 31 de Octubre de 2013, El Cordón, La Zona.

« …yacía sumido en amarga oscuridad… »

Shinigami. Una vez fue un hombre, respetable, quien hacía cumplir la ley, un policía. Pero cambió. Se vio involucrado con fantasmas y comprendió qué tan grande era este mundo… y el otro mundo, viajando entre ambos. Vivió una doble vida entre un ser humano y la Muerte, trabajo otorgado en contra de su voluntad. Él debía enviar al “más allá” todas las almas que encontrara vagando sin un cuerpo, “muertos”, fantasmas. Esa doble vida lo llevó a unirse a una sociedad secreta con intensiones de evitar la Tercera Guerra Mundial. Pero no duró mucho tiempo en ella.
Así, en una misión, entró en la Zona de Exclusión, Chernobyl, y vislumbró que era completamente distinta a cualquier cosa en el mundo; los habitantes de ese lugar, o mejor dicho ocupantes de esas tierras, decían que el lugar es como el mismo Infierno, y que allí podían hacer sus vidas pues fuera de la Zona ya no tenían nada. Se equivocaban en algo… ese lugar ni siquiera le pisa los talones al Infierno, ni siquiera al primero de ellos.
¿Qué le sucedió al Shinigami, cuando logró salir de la Zona? Cumplió con su vida como si nada hubiera pasado. Pero cuando estuvo en la Zona, un accidente, una Emisión, le otorgó control sobre los poderes infernales que tenía, pero aceleró una maldición que consumía su alma hasta que su cuerpo se desintegrara.
¿Qué le esperaba en el mundo de los muertos? No era el Cielo, ni el Infierno. La Muerte. La tarea que desarrolló en vida, debería seguir cumpliéndola. Llevar almas al otro mundo. Entonces interrumpió a sus nuevos superiores diciendo « Chernobyl. El suelo contaminado se traga las almas que deberían venir aquí. Déjenme volver y comenzaré a limpiar la Tierra desde ese lugar. »
Así, revivió. Y por segunda vez, se encontraba parado en medio de la carretera, mirando un puesto de control del ejército que marcaba la puerta de entrada y salida del lado Sur de la mismísima Zona. Esta vez, con su gabardina roja artesanal, aún más gastada que antes en la parte de abajo con agujeros y jirones, puesta encima del traje SEVA ya reparado y mejorado, miraba al horizonte oscuro mientras el Sol salía y los militares hacían sonar su alarma.

– Dèja vú. –dijo colocándose su máscara de esqueleto y encima el casco del traje SEVA– Cuatro meses. Chernobyl, he vuelto.

0653 horas, 31 de Octubre de 2013, El Cordón, La Zona.

Había un campamento improvisado en una colina frente a la base de los Stalkers Solitarios, la cual solía ser una granja, estaba oculta entre árboles y arbusto, siendo un punto de control ideal. Un grupo de novatos se encontraba asentado allí, alrededor de una fogata.

– …entonces desapareció. Sus compañeros que estaban prisioneros se liberaron después de forcejear un rato y luego, el sujeto reapareció en el suelo y le clavó una espada en el cuello al nazi. –contaba uno de los tres
– No te creo. Ese Stalker es un mito. –dijo el segundo
– Sí, ningún humano puede pasar desapercibido en un trayecto de diez metros, colina abajo, en un par de segundos. Te resbalas y te caes rodando, eso le pasa a todos los que vi intentar bajar las colinas de chatarra del Vertedero a gran velocidad. Y saltando es aún peor, te romperías los tobillos con esa altura y el peso de la mochila. Y eso si sobrevives a la radiación que hay en la cima de esas colinas.
– No, no, es en serio. –interrumpió el primero
– ¿Ah, sí? ¿Y dónde está ese tal “Shigani” ahora? –el tercero retomó la palabra
– Oye. –una voz algo distorsionada, le llamó la atención– Se dice “Shinigami”. –ahí estaba él, aquél quién la gente creía que era un mito, con su traje negro y la gabardina roja, sujetando la cabeza de un jabalí con una mano, y una pequeña daga árabe en la otra– Feliz Noche de Brujas, niños.

Los incrédulos se asustaron y se resbalaron, cayendo sobre sus espaldas, apuntando frenéticamente al hombre de la gabardina roja. El cristal, algo desgastado, del traje del asesino permitía que la débil luz de la madrugada penetrara el casco y revelara sus facciones duras remarcadas por la máscara de esqueleto, y su cabello largo hasta los hombros.

– ¿Qué sucede? Parece como si hubieran visto un fantasma. –el Shinigami se sentó junto al fuego
– Regresaste. –dijo el primer novato
– Hola Iván, es bueno saber que sigues con vida. ¿Dejaste a Apokalipsis?
– Sí. El Animal me convenció.
– ¿Hablas de Vlad? Debe ser lo que Nika me contó sobre el tal Alpana.
– Alpana… no sé. Me parece que salió de la Zona incluso antes de que aparecieras tú. Deberías ir a hablar con ellos, deben estar en el Bar en Rostok.
– ¿Deber, Hela o Mercenarios?
– Hela.
– Adiós, dales un pellizco a esos dos, a ver si despiertan del trance.

Lanzó la cabeza del jabalí en una cacerola cerca del fuego y emprendió la marcha hacia el Norte.

Un mensaje de Sidorovich comenzó a circular en las PDA de algunos de sus contactos; Ivan, el novato, recibió el mensaje. “Atención todos, el psicópata del Shinigami está de vuelta, dice que hará una limpieza general de toda la Zona y luego se irá. Si alguien necesita dinero, que lo siga: él irá a lugares peligrosos y profundos donde la gente te da misiones bien remuneradas y se encuentran artefactos valiosos, pero no lo sigan a todas partes, suele pasear por donde la gente normal muere rápido”.

– Oigan, chicos, –Iván estaba emocionado– creo que sé cómo ganar pasta fácil. Primero, iremos al Vertedero...