Cada vez más.
Otro punto en la lista
0749 horas, 31 de Octubre de 2013, Rostok, La Zona.
Shinigami emprendió su avance por el Vertedero.
Apenas pisó la carretera, fue detenido por una bala que impacto en su hombro izquierdo y lo hizo girar sobre su pierna en sentido contrario a las agujas del reloj, cayendo boca abajo al suelo, con su pistola en la mano.
Su atacante lo daba por muerto y se acercó con rapidez para intentar desvalijarlo. Cuando el atacante se agachó, extendió su mano hacia la mochila y dudó un instante al ver la gabardina. Entonces, una bala que venía desde abajo rozó su oreja y le cortó algunos cabellos. Retrocedió lentamente tomando un cuchillo y dijo con voz de mujer « Te crees bastante listo. »
– Irina, sé que le dispararías al Animal, pero ¿a mí?
– ¿Quién eres y cómo sabes mi nombre?
– Dime, ¿quién más usaría un SEVA negro con una gabardina roja brillante? –preguntó incorporándose– Solamente la Muerte. –ella le pegó con la culata de pistola en el casco
– Hoffman, no estoy para bromas. –él se rió a carcajadas quitándose el casco
– Irina, ¿cómo no puedes a reconocerme? Hoffman pasaría inadvertido. –ella se sorprendió aún más y comenzó a golpearlo con la culata del arma con más fuerza
– Eres un pedazo de imbécil, Shinigami ¿cómo se te ocurre hacer eso?
– ¿Qué? Yo solo llegué, tú eres la que se precipitó.
– Bueno, ya que estás aquí supongo que irás a Hela.
– Sí. Es más, mi objetivo ahora es el Genio.
– No me digas que vas a pedir un deseo.
– Todo lo contrario. Veré si puedo destruirlo, sino haré otra cosa. Lo que quiero es que esta mugrosa Zona deje de reclamar las almas de las personas.
– Me parece bien. Es más o menos noble querer que las víctimas de la Zona puedan descansar en paz. Vamos, en marcha.
En el camino a Rostok, se encontraron con dos cadáveres de Solitarios, completamente desvalijados. Conforme avanzaban el número de cadáveres aumentaban, no solo de hombres, sino de mujeres. Todos presentaban grandes agujeros con marcas de dientes. Al llegar espacio abierto que daba paso a la entrada de la base Deber, se encontraron con una alfombra de retazos de trajes Stalker y un río de sangre. De la trinchera, comenzó a surgir un ejército de pseudoperros.
Sin pensarlo dos veces, Shinigami tomó a Irina por la cadera y la lanzó sobre el camión que llevaba varios años varado al lado de la carretera, dejándola fuera del alcance de las bestias. « Comienza a disparar a todo lo que se mueva. » le dijo él corriendo en dirección a la marea de bestias con una pistola Desert Eagle.
La enorme jauría rugía como si fuera el comité de bienvenida del Infierno. La primera fila saltó para interceptar al asesino. Pero él se saltó y pisó la cabeza de uno de ellos, solamente para impulsarse y volver a saltar. Sus guantes. Él había puesto los protectores metálicos sobre los guantes del traje SEVA; de repente aparecieron las garras en las puntas de los dedos, justo a tiempo para clavarlas sobre el tronco de un árbol y sujetarse fuertemente fuera del alcance de los mutantes.
Miró a su lado y estaba un cadáver ahorcado en una rama, debajo se su casco hizo una mueca demostrando repugnancia ante la escena. Miró hacia abajo y comenzó a disparar a los perros que saltaban cada vez más alto intentando alcanzarle.
Mientras tanto, Irina lanzaba ráfagas de pocas balas y conseguía arrancarles partes del cuerpo a los pseudoperros que seguía concentrados con el asesino, cuya gabardina tenía impregnado un olor a sangre casi imperceptible para el olfato humano.
Los sesos y las tripas de las bestias comenzaban a unirse a los retazos de tela en la alfombra que cubría el camino, agregando más sangre en el pequeño río putrefacto que fluía lentamente hacia el Norte de la trinchera.
Cuando el lugar parecía seguro, el asesino se soltó, solo para caer al pavimento y lastimarse los tobillos.
– Bravo, ahora te lastimas a ti mismo. ¿Sabes fue muy tonto ir hacia ellos? Yo me encargue de la mayoría.
– Muy graciosa. Ahora ayúdame a… –un dardo apareció clavado en el hombro del Shinigami, donde Irina ya lo había herido
– Mierda. –exclamó ella desenfundado sus armas
El asesino cayó sobre el camino cubierto de sangre, mirando hacia el cielo. Intentaba centrar su mirada en Irina, pero todo comenzaba a verse borroso y oscuro. Intentaba luchar para mover sus extremidades, pero estaban dormidas. Finalmente, se rindió.