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TEMA: RdS - 10 - Revolucion

RdS - 10 - Revolucion 26 Nov 2010 11:48 #2115

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Revolución


0415 horas, 01 de Noviembre de 2013, Hela, Rostok, la Zona.

Shinigami despertó en el hospital, estaba en cama con el pecho vendado. Oleg estaba subsanando el SEVA del asesino, cubriendo todos los orificios de balas y reforzando sus propias reparaciones, adjuntando placas de armaduras en los antebrazos, muslos y piernas, además pegar fragmentos de una tela experimental antibalas sobre el traje, como si fueran capas de fibra de vidrio que conforman el recubrimiento de una tabla de surf. Cuando finalizó, montó la gabardina y, arriba de ella, la placa de armadura blindada del pecho del traje SEVA, volviéndolos un solo traje, mucho más fácil de llevar, aunque solo un poco menos visible que antes. El asesino se puso de pie, se colocó su traje y salió con Oleg, apretando su Luciérnaga contra su pectoral derecho, el lugar de la herida, para acelerar el proceso.
En el pasillo estaba el resto del grupo, a excepción del enorme ruso violento. El asesino alzó la mirada, famoso por sus curaciones rápidas, pero en este caso no estaba curado, sino que aún no había cicatrizado la pequeña injuria « Ustedes saben que yo tengo “poderes” que tienen que ver con matar y revivir, y otras cosas… pero… ya no tengo tantos poderes como antes, y para colmo me vuelvo vulnerable al usarlos, demasiado débil y ayer abusé de mis capacidades. Nika, lo siento, pero no podemos permitir que mueras ahora, sé que te gustaría poder descansar… a todos nosotros nos gustaría descansar y largarnos de este maldito lugar al que ustedes creen que es el Infierno… pero es algo incierto lo que encuentren del otro lado… y no quiero que volvamos a hablar sobre mis poderes ni el otro mundo nunca más, ¿entendido? Es mejor que mantenga mis “sobrenaturalidades” al mínimo. …Que suerte que Vlad no está aquí, me mataría si escuchara este tipo de cosas… ». Deberían guardar el secreto; pero ellos no sabían que lo que vieron era solo una pequeña fracción de lo que el asesino era capaz de hacer: él mismo había sellado sus poderes para no dañar a nadie, aunque quisiera, no podía ser más fuerte. Sykes se acercó y le pidió disculpas por haberle disparado; no sabía que Shinigami formaba parte del grupo. Entonces, debería volver con su cliente para explicarle la situación. Alpana, Sykes, Konstantin, Ezequiel, Oleg, Irina, Nika y Shinigami irían rumbo al Valle Oscuro. Vlad quedaría en la Arena un tiempo hasta que la facción de mujeres ya no lo odiara, pero el precio de esa confianza serían horas interminables de peleas. Tagu, Alek, Logan y Hoffman irían a Yantar a vender artefactos, para luego regresar por Vlad.

El numeroso grupo comenzó su avance hacia el Valle Oscuro, a pesar de que Sykes dijo que no sería necesario que esos seis compañeros fueran con él. Pronto notaron que la emisión no cambió de lugar las anomalías, las había hecho más fuertes que antes. Lo mismo sucedió con los sectores rebosantes de radiación: las áreas afectadas eran tres veces de grande y tenían el doble de radiación que antes. Los mutantes comenzaron a transitar hacia los bordes exteriores de la Zona, atacando a todo lo que veían a su paso; pero el grupo no sabía de esto porque los mutantes aún estaban en el Bosque Rojo, avanzando lentamente. Tal vez el cielo esté despejado ahora y las plantas sean más verdes, pero la radiación y los monstruos aún están presentes, esperando para cobrar más vidas.

El Valle Oscuro. Hogar de Bandidos y Libertad y una entrada al Laboratorio X18. A penas entraron y ya estaban siendo perseguidos. Como Shinigami era el que más resaltaba por su abrigo, tomó la desviación hacia el puente, al Este, mientras los demás avanzaban por el Sur, entre los árboles, hacia la granja abandonada, todas las armas silenciadas, masacrando a los perros y jabalíes. Tras limpiar ese sector, Alpana se acostó boca abajo sobre una roca, tomando su preciado rifle de francotirador y Sykes lo imitó.
Shinigami había atraído todos los enemigos hacia él, pero ahora estaba rodeado, sin municiones para sus pistolas, ni el Vintorez, ni su AK 74. Una anomalía electro estaba cerca, con dos cadáveres en su interior, activándola constantemente, haciendo que sus estruendos resonaran de manera regular. Los bandidos se acercaban lentamente, cerrando aún más el círculo que habían formado, cuando uno de ellos cayó muerto. Luego otro, y otro, y otro más. Quedaban tres y no entendían cómo sus compañeros habían muerto. Cayó otro más con un gran agujero en su nuca; los disparos de los francotiradores estaban sincronizados con los estruendos de la anomalía y, por eso, no les oían. El asesino guardó sus pistolas y sacó sus espadas, escondidas entre su mochila y su espalda. Degolló con indiferencia a los dos restantes, cuyas cabezas rodaron colina abajo como pelotas y se hundieron en las contaminadas aguas del lago, tiñendo una ínfima región de color rojo tras haber dejado un rastro de su recorrido en el suelo. Limpió sus armas y tomó la carretera hacia el Sur, para entrar por la granja desde el Este, mientras los demás se colaban por los muros rotos del Norte.
Llegaron. Todos cercaron el edificio, por seguridad. Sykes entró.

– Lo siento. –le dijo al miembro de Deber– Al parecer solo ha matado a mutantes y gente de Monolito ayer. Pertenece a mi gente y me han explicado lo que él hace. Al parecer había matado a un grupo de pseudo-neonazis, que solían ser de varias facciones distintas, tal vez eso te haya enojado.
– Lamento oír eso… Mis muchachos y yo hemos perdido a muchos de nuestros camaradas que nos han traicionado y se unido a la facción Apokalipsis, “aquellos que revelan”. – un grupo de seis bandidos salieron de las sombras y reían al ver a su nueva presa, el supuesto miembro de Deber se quitó su traje revelando ser un bandido de alto rango

Los seis bandidos cayeron, el resto del grupo que acompañaba a Sykes se había posicionado detrás de los enemigos y los habían matado con pistolas silenciadas. Solo quedaba el líder del pelotón enemigo y los siete stalkers. Sykes tomó sus armas y, sin decir palabra alguna, le voló los sesos a su adversario. Tomó un fajo de diez mil Rublos y se burló « ¡Gracias, esto es mío! ».

Salieron del edificio y encontraron dos automóviles. Ágilmente Oleg, Konstantin y Ezequiel los hicieron funcionar de nuevo.
Pasaron dos horas, ya eran las 0628. Subieron ambos vehículo y enfilaron a toda marcha hacia el Vertedero. Pero al llegar al edificio destruido, le garaje de Apokalipsis, cerca del punto de control en el Norte del Vertedero notaron algo extraño: en el horizonte, una ola negra avanzaba al ras del suelo. Eran mutantes, miles de ellos.
No había tiempo para correr. Todo el grupo bajó de los vehículos y subieron al piso más alto del edificio en ruinas, corriendo por las rampas formadas por escombros, escalando.
Ahí estaba un stalker, apuntando hacia la ola negra. El grupo lo reconoció al instante, pero era desconocido para el asesino. El stalker era algo apagado gracias a las inclemencias de la Zona. Su nombre era Dante. Shinigami recordó entonces a su amigo Dante “Pitbull”, de Apokalipsis que murió defendiendo su sueño, y podía ver que ese nombre acarrea una personalidad algo fría.
Nika cayó arrodillada al suelo, sujetándose el estómago con ambos brazos. Shinigami reconoció algo raro en los ojos de la nipona: tenían una esencia. Ella tomó una gran roca, que resultó ser un escombro gigantesco. Shinigami liberó su poderes y sus ojos cambiaron. Podía verse a través de su casco el resplandor que emitían sus ojos; las garras se hicieron presentes. Socorrió a Nika, ayudándola a levantar el pedazo de pared, pero fue inútil. Ella podía sola perfectamente. Entonces, lo soltó. Había cerrado la única vía para llegar hasta donde estaban, fabricándose una barricada. El resto del grupo comprendió la idea y comenzaron a apilar más escombros alrededor de esa pared recién montada.
La oleada los alcanzó. Veían millones de roedores, pumas, pseudosperros, perros ciegos, todos corriendo, huyendo, hacia los límites de la Zona, matando a todos los stalkers a su paso. En la base de Apokalipsis y Bandidos se habían cerrado todas las puertas y las alarmas estaban sonando. Desde las torres, los guardias disparaban a todos los mutantes que intentaban ingresar. De repente, un chupasangre saltó y alcanzó el piso donde estaban los nueve stalkers en el viejo edificio.
Dante volteó, lo miró ferozmente mientras apretaba el gatillo de su arma, sostenida al nivel de la cintura. La gran ráfaga de proyectiles literalmente decapitó al mutante destrozando el cuello, mientras la cabeza, sin nada que la sujetara, caía por la gravedad, golpeándose y rebotando contra los escombros de cada piso mientras descendía y se perdía en la oscuridad de un nivel subterráneo.
Pero todos se detuvieron, se paralizaron, sentían algo raro en el aire a su alrededor, algo andaba mal. Estaban siendo rodeados por trece chupansangres, parados en las partes más altas de los escombros que eran columnas de soporte. Sus tentáculos comenzaban a moverse de un lado hacia el otro, como si ya estuvieran saboreando a sus presas. Dante recargó su arma « Ladies and Gentlemen, it’s Showtime… »



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Última Edición: 26 Nov 2010 12:19 por SaigoTenshi.
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