Shinigami en Chernobyl es una saga escrita en Septiembre de 2008 sobre uno de mis personajes (Saigo Damián Tenshi, quien en secreto es Akai Shinigami) que ya ha estado un par de veces en la Zona, pero ésta es la primera vez que se queda durante varios días. Éste mismo texto fue el primero de ficción (fanfiction) publicado en la Comunidad (anteriormente hubo partidas de rol, al estilo Dungeons & Dragons, pero no había fanfiction propiamente dicho acerca de STALKER).
La trama toma lugar en Junio del año 2013, abarcando el lado ucraniano de La Zona.
Estaré publicando una remasterización de la saga aquí. Espero que les guste
Prólogo
0600 horas, Frontera Sur del Cordón, Zona de Exclusión de la Central Nuclear De Chernobyl. Amanecía un nuevo día en la maldita Zona.
Un hombre, viniendo desde Kiev, se acercaba caminando por la carretera abandonada en dirección a la entrada Sur de la Zona. Llevaba ropas negras, una máscara de calavera, una gabardina carmesí sin mangas y con capucha y un paño rojo a modo de bufanda que cubría su boca. Su gabardina hondeaba con el frío viento proveniente del este.
Los militares de la avanzadilla dieron la alarma: un extraño de rojo intentaba entrar en la zona y caminaba ignorando la existencia del puesto militar. El hombre de la gabardina roja se arremangó el puño derecho de su camisa negra, revelando todo el antebrazo envuelto por una cadena de acero larga y pesada. Tomó una daga de apariencia árabe, escondida en una vaina en su espalda, y conectó la empuñadura con el último eslabón de la cadena magnéticamente. Los militares le gritaban que se detuviera o ellos comenzarían a disparar, pero el hombre hizo caso omiso.
Uno de los soldados, algo engreído, dijo a los demás «Miren cómo le bajo los humos a este tipo: le abriré un hoyo en la cabeza para que por allí escape el gas que tiene en el cerebro». Pero al voltear, el hombre del abrigo rojo había desaparecido.
El soldado miró asustado hacia todas las direcciones, pues en esa llanura es casi imposible ocultarse. El soldado sintió un escalofrío recorriendo su espalda a una gran velocidad. El hombre del abrigo rojo estaba parado detrás de él. Los demás militares abrieron fuego, pero el hombre se quitó del camino con un salto hacia el costado y las balas mataron al pobre soldado.
En la base de los Stalkers novatos, podía oírse la lejana alarma militar. Tres novatos decidieron investigar, eran seguidos de cerca por un veterano amable que ya no quería más aventuras, sino encaminar novatos.
Los cuatro Stalkers se refugiaron tras los árboles a veinte metros de la avanzadilla, peligrosamente cerca. Vieron cómo el hombre del abrigo rojo tomaba su daga y la lanzaba con mucha agilidad, haciendo que la cadena de desenrollada de su brazo y, en una fracción de segundo, la daga estaba clavada en el ojo del último militar que quedaba vivo. Sus gritos de dolor fueron interrumpidos por una bala que destrozó su diafragma. Luego tomó la cadena con la mano y la estiró hacia él. La daba volaba en el aire y la atrapó fácilmente con su mano. El hombre de rojo tenía una pistola Desert Eagle, que ya no tenía balas y era inútil.
Los cuatro Stalkers vieron que el sujeto se había quedado sin municiones de la Desert Eagle, y guardó su pistola en una funda en su espalda, sostenida por los cintos en su chaleco negro; ya no representaba una amenaza. Entonces uno de los novatos saltó de los arbustos y le gritó «Arriba las manos, te vienes con nosotros».
El hombre guardó todas sus armas en sus fundas, estratégicamente colocadas en sobre su espalda, y se quitó la máscara de calavera para revelar dos cicatrices que decoraban su rostro. Una que descendía por el lado izquierdo del rostro, comenzando en la frente y terminando cerca del labio, pasando incluso por el párpado izquierdo, pero su ojo estaba en perfectas condiciones; la otra comenzaba a un centímetro de la primera, descendía por el costado derecho de la nariz, para terminar en una curva hacia el borde de la mandíbula. Su cabello negro era ondulado, casi lacio y estaba peinado hacia su derecha, unos pocos mechones caían sobre el rostro cubriendo su ojo derecho. Pero la bufanda roja escondía una barba que crecía en su mentón. Él solo dijo «Stalkers» mientras era escoltado en dirección al búnker de Sidorovich.