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TEMA: SeCh - 12 - La maldicion

SeCh - 12 - La maldicion 16 Nov 2010 17:44 #1285

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La Maldición


0959 horas, 7 de Junio de 2013, El Vertedero, La Zona.

Los dos pelotones restantes de los neo-nazis avanzaban sobre el reducido grupo mientras las mujeres entraban aterrorizadas en la base de Apocalipsis, corriendo, empujando.
Los neófitos nacionalsocialistas tenían varios tipos de armas, las únicas que alcanzaron a tomar antes de partir con el resto del pequeño ejército; eran diez stalkers de alto rango en total.
Atacaron juntos al mismo tiempo a un solo blanco cual pelotón de fusilamiento. Shinigami cayó con el torso presentando varios agujeros. Nika hacía lo posible por revivirlo, habiéndose olvidado los artefactos que ese hombre cargaba, los cuales le ayudaban a sanarse. Pero el asesino no se ponía de pie. El siguiente en caer tras una ráfaga algo más pequeña fue Vlad, pero él sí pudo sobrevivir al ataque.
A pesar de eso, Hoffman e Irina habían flanqueado a esos diez soldados recién convertidos y causaron estragos entre sus filas solamente con pistolas y cuchillos. Dañaban en lugares precisos, sabiendo que causarían muertes rápidas. Pero eso no los hacía invulnerables, pues los soldados de la fila delantera voltearon para disparar a los intrusos, aunque también hirieron a sus propios compañeros.
Nika ahora estaba concentrada en Vlad, pues ya dio por muerto al hombre de la máscara de calavera. Hacía lo posible por vendarlo con rapidez, pero aquel hombre violento insistía en que solo eran rasguños y que era mejor que le diera besos, pero no en las heridas, ni en la boca; haciendo uso de su típico humor verde que lo caracterizaba con su obsesión por el sexo. Pero Nika comenzó a temblar y se puso en posición fetal sintiendo un dolor muy conocido: necesitaba su dosis de insulina. « Ya teníais que hacer eso » expresó Vlad tomando, a duras penas al intentar arrastrarse por el suelo, una gran jeringa de la mochila de la pelirroja, procediendo a inyectarle la dosis requerida.
Entonces, él tomó su rifle y volteó. Pero un cañón estaba apoyado en su frente.
Los cuatro soldados que quedaron vivos lograron atrapar a los dos escurridizos compañeros del grupo que guiaba a las mujeres. Y su líder tenía en una posición desventajosa a Vlad.

– Es tu final, “Coronel” –expresó colocando el dedo sobre el gatillo– ¿Últimas palabras?
– Yo no soy el Coronel de Apokalipsis. Es ese loco con la máscara de… –volteando para ver al Shinigami

Pero el cuerpo del asesino no estaba.
Se alzaba una figura de flameante gabardina roja hecha jirones sobre el montículo detrás del agresivo ruso. Los dos pelotones de nazis que se dirigían al Norte estaban muertos y desperdigados a los pies del asesino; tenía las escleras negras con iris doradas que emitían una débil luz amarillenta, pero aún perceptible a través de los grandes orificios de su máscara. « ¿Alguna vez has visto a la Muerte a los ojos? » preguntó mientras los neo-nazis le apuntaba al mismo tiempo « Créeme, no será agradable…».
Abrieron fuego, pero el asesino había desaparecido.
En un parpadeo, un relámpago rojo salió detrás de la colina, casi volando, y se detuvo cerca del comandante de los neonazis. Quien cayó al suelo, decapitado. La cabeza del ex-Deber, ahora Nazi, rodaba por el contaminado barro radiactivo del Vertedero hasta caer en un charco de agua pútrida.
Entonces, Irina dio un golpe en un punto del estómago a su captor, haciendo que cayera inconsciente, mientras tomaba su cuchillo y mataba al soldado de enfrente, dejando solamente dos neo-nazis.
Hoffman activó un nuevo artilugio, una cuchilla que salía de la punta de sus botas. Clavó la cuchilla izquierda en el pie de su captor al mismo tiempo que Irina se zafaba del suyo. Así Hoffman quitó esa cuchilla y dio una patada giratoria alzando los pies, cortando el cuello de su captor hasta cierta profundidad, casi degollándolo.
Vlad, aún recostado en el suelo y con su rifle entre manos, le voló la cabeza en quince pedazos al último soldado que estaba en el lugar, para luego hacer lo mismo con el que Irina había dejado inconsciente.
Shinigami estaba cerca, caminando, tambaleándose, por las heridas. Logró correr a una enorme velocidad provocando una decapitación, estaba exhausto y malherido. Vlad rápidamente terminó de inyectarle la dosis de insulina a Nika, que comenzaba a recuperarse. Los ojos del Shinigami habían vuelto a la normalidad, mientras caía por la fatiga y Hoffman le cargaba hasta la base de Apokalipsis.

Pasaron 3 horas. El asesino había tomado un estuche de maquillaje y rellenó sus cicatrices, que físicamente parecían canales ahuecados en su rostro, con una base del mismo color de su piel.
Para esa hora, había descubierto que tanto Dante como Rick habían muerto a manos de los neo-nazis y que ahora Dimitri se quedaría a liderar esa facción, dejando al grupo.
Pitonisa, la primer stalker femenina, estaba en la base y hacía algunas adivinaciones por mil Rublos. Hoffman fue a verla y le pregunto cómo era posible que aquel hombre de la máscara de calavera estuviera vivo. Ella le dijo « Sabes quién es, él mismo lo ha dicho, y su nombre lo indica; y sabes que está en un cuerpo de humano, pero la Zona le está afectando y ni yo sabría decir si es para bien o para mal, pero esos cambios serán permanentes, y no me refiero a los artefactos, sino a la emisión. Comienza a rezar, pues hay otra emisión en camino. Será en el momento en que él pise el suelo fuera de la Zona. Luego Apokalipsis y Deber irán al centro a pelear contra la persona que revivió al Genio. Cuídate de los Chupansangre, pues he visto en mis sueños a uno solo de ellos puede devorar a la mayor parte del grupo antes de alcanzar a Sidorovich. »



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