Alfin, un relato SIN el maldito mutante deforme del Shinigami.
Gracias a felkipe (y no a Jota xD), un texto 'normal' dentro de lo que cabe.
Sin salida
Yo un día andaba caminando alrededor de Chernobyl, tenía 17 años en ese entonces.
Mis padres siempre me decían que ese lugar era peligroso, pero no les hacía caso. Me parecía interesante, algo raro, exquisito.
Nosotros… mi familia y yo… vivíamos a las afueras de la Zona de Exclusión, unos 7 kilómetros al Norte de Kiev. Ir a la escuela siempre era molesto por vivir lejos y tener que levantarse temprano para que mi padre me lleve en su viejo auto, para que luego él se fuera a trabajar en el centro de la ciudad en su oficina. Nunca conseguía dormir bien y estaba de mal humor. Por eso al regresar de la escuela iba a jugar en el campo, correr, sin límites, ser libre. Pero había un límite, un lugar a donde yo no podía pasar. La Zona.
Yo un día andaba caminando alrededor de Chernobyl, tenía una vara en la mano y golpeaba una lata oxidada que estaba en el suelo, la hacía volar muy lejos. Entonces, la golpeé con todas mis fuerzas y la infeliz rebotó contra un árbol, volando por el aire hacia el interior de la Zona. Había una pequeña colina al otro lado de la cerca, « bah, es solo una colina » pensé burlonamente, para espantar mis miedos inducidos sobre aquel lugar.
Estuve inspeccionando la cerca durante un momento. Un par de palos y tres hileras de alambrado. Muy alto para saltarlo, muy bajo para arrastrarme. Junté unas ramas y las usé para separar dos de las tres líneas, espacio suficiente para poder cruzar. Comencé a subir por la colina, muy baja, no era un reto. Al llegar a la cima, lo vi. Descendía una altura de 3 pisos en una distancia de… no sé… creo que 30 metros o más. Pero aún así, el descenso era enorme. Comencé a correr hacia abajo, me tropecé un par de veces, pero no me caí. No encontraba la maldita lata por ninguna parte.
Miré a mis alrededores y vi una tubería sobresalir de la tierra, había un pequeño agujero debajo, como escarbado, y algo verde sobresalía. Lo estiré y lo tomé en mis manos. Se veía como una especie de traje, era pesado y su tela era extraña, los desplegué y lo miré. Un traje verdoso con placas de armadura, algo muy genial. Perdí mi lata, pero tenía un traje genial y una mochila vieja con lo que parecía comidas vendas y un arma. Genial, una pistola. No sabía qué era, pero era muy genial, tenía un arma, ahora era mía. Tal vez era una Makarov, no lo sé, pero esto era muy excitante.
Levanté la vista y alcancé a contemplar a los lejos un grupo de edificios bastante altos, se veían sucios, como si tuvieran plantas y hongos y esas cosas creciendo. Y noté algo sospechoso, una figura algo curva sobresalir por encima del contorno urbano. « ¡Mierda! ». Era una rueda de la fortuna, era Pripyat. P-pero ¿cómo? No tenía sentido, si yo estaba en el otro extremo de la Zona.
Me puse la mochila, con el traje guardado adentro y sus otros tesoros, y comencé a subir de nuevo por la colina. Mi espalda me dolía, la mochila era pesada, la colina empinada y estaba muy cansado. Para colmo, las nubes sobre mí se estaban volviendo grises, la lluvia ácida es común en los alrededores, no me quería arriesgar y debía subir la colina para regresar a casa.
La cima, al fin llegué. Un paso más cerca de llegar a la llanura y correr a mi hogar. Pero no. Había una pared. Y un gran macizo de árboles rojizos. Era aquella reserva de vida salvaje. Mierda, estaba adentro de la Zona. ¿Cómo puta llegué tan adentro si solo crucé una colina? Llevé mis manos a mi cabeza y quería llorar. No entendía cómo llegué hasta aquí adentro, no tenía sentido. Quería voltear de nuevo para ver si Pripyat aún estaba allí. Pero no estaba. Había una colina que subía, era una vía de tren. Yo esperaba ver una colina que descendía, pero no, esta subía. Mierda, ¿dónde estoy? Miré a mis alrededores y había una especia de almacén, o fábrica o algo. Una carretera. Miré al cielo, miré al Sol. La carretera iba hacia el Sur. Era mi mejor opción. Comencé a seguir la carretera y pude ver otra fábrica a mi izquierda, pero se veía abandonada. Luego seguí avanzando y vi un grupo de casas, tal vez una aldea o villa abandonada. Pero ahí había gente. Comencé a gritar, a pedir por ayuda desesperadamente. Varios hombres armados corrieron hacia mí, pero bajaron sus armas al verme. « Cálmate, chico, explícanos qué te sucedió » me dijo uno de ellos, uno medio viejo. Les conté lo que me pasó. Me dijeron que eso era normal adentro de la Zona, y que ellos eran stalkers, los famosos stalkers de los que tanto había oído hablar. Me llevaron con un comerciante encerrado en un búnker, que me aclaró la situación. Ya no tenía opción, mi vida quedó atrás. Yo me había convertido en un stalker. Ahora, me había quedado sin salida.