Continuación y última parte de Descender en la Zona (Parte 3/4)
Si hubiese releído esta parte probablemente no me habría puesto a resubir esta historia. Tendría que haberla enviado a la papelera y reescribirla toda, pero como dije en una de las parte anteriores, no quería invertir mucho tiempo en esta historia. Así que hice lo que puede, amputé por aquí, por allá y suturé lo más prolijo posible.
Para los que les venía gustando la historia, esto no termina acá. Hay un relato más que cierra todo, el cual no he releído y no sé en que condiciones está, pero cuando pueda lo vuelvo a subir.
IV
LAURA!!!
Una fría corriente de aire me despoja del manto onírico. En algún momento me he quitado el casco, quizás para enjugarme los ojos. La corriente trae consigo decenas de gruñidos y sonidos extraños, miro hacia el vagón por en cual entré, me vuelvo a colocar el casco y tomo el rifle. Observo en ambas direcciones, el corredor parece la entrada de una tumba, de mi propia tumba quizás, aún así mis pies intentan dirigirse hacia allí pero logro forzarlos rumbo al vagón. Los escucho, sé que están ahí. Observo desde la puerta, el camino parece estar libre. Hasta que percibo un leve movimiento en las sombras. “Puedo lograrlo” le digo a mi mente sabiendo lo lento que se mueven. Pero como si mi pensamiento fuese el detonador de una reacción en cadena, el movimiento en las sombras se multiplica tanto que no puedo contarlos. Están por todo el lugar. Más allá, desde la dirección en la que he llegado, veo que se acerca otro pequeño grupo, como si un maléfico Pavlov hubiese hecho sonar la campana de su último experimento. Sigo pensando en lo lento de sus movimientos y me obligo a creer que no importa su número, puedo lograrlo.
- Siempre que no vayan armados – me escucho decir a mi mismo en voz alta.
- No importa, puedo lograrlo! – replico también en voz alta aunque en un tono un tanto dubitativo.
Los músculos de mis manos se tensan sobre el rifle y cuando estoy a punto de comenzar a correr, un lamento llega desde el túnel. Los vellos de mi nuca se erizan y un frío relámpago recorre todo mi cuerpo.
- ¿Laura?! – pregunto a la oscuridad. Nadie responde.
Ha sido sólo mi imaginación, ella es demasiado inteligente, no entraría en un lugar así. Ni siquiera estaría parada aquí, de seguro salió del helicóptero en busca de ayuda, para este entonces ya debe haber encontrado a alguien y deben ir rumbo al lugar del accidente, incluso puede que ya estén allí. Tengo que volver.
- Si fuese tan inteligente no te habría dejado dentro de un helicóptero en llamas rodeado de… – Es mi propia voz, pero mis labios no se han movido.
- No estaba en llamas, ya se estaban extinguiendo – me interrumpo.
- como quieras, no soy yo el que se engaña - responden mis labios cerrados
- Vete al infierno! – grito cerrando un puño hacia el cielo al no tener un interlocutor presente.
Pero de hecho no sólo tengo uno, sino decenas y las respuestas son ráfagas de disparos que dan en el costado del tren, de un lado y del otro. Desde el túnel me llega otro lamento, como un llamado. Ahora mi certeza sobre Laura volviendo por mí al sitio de accidente se desvanece, ahora se que está ahí dentro y que debo salvarla.
Me apresuro por el corredor esquivando obstáculos y cadáveres cubiertos con el mismo extraño moho hasta llegar a una puerta a la derecha. En ese momento un ensordecedor aullido se alza sobre el murmullo de zombis enmudeciéndolos. En mi mente escucho “Es mío!”. Sin querer pensar en que tipo de criatura puede ser, cruzo el umbral corriendo. La luz de la linterna se ha vuelto aún más tenue, como si fuese parte del reloj contra el que siento estar corriendo. Desbocado giro hacia un pasillo y de pronto los músculos de mis piernas se tensan como cables de acero. Suena como un león, un gruñido grave y visceral. Apunto el rifle a la oscuridad si llegar a distinguir nada, hasta que algo arremete hacia mi. Presiono el gatillo pero el arma se niega a disparar, en el fondo siempre supe que sería así. El tiempo se vuelve como zombie, de paso lento pero mortal. El mutante se impulsa en el aire, puedo verlo con una claridad irreal. Parece humano, lleva puesta una mascara con un largo tubo de respiración que se agita en el aire. De repente como si la espada del propio
Surt abriera el suelo, una columna de fuego lo golpea envolviéndolo en llamas. Por unos segundos se agita y retuerce arañando las paredes, hasta que su cuerpo es separado en dos por el intenso calor. Mi corazón se sacude en mi pecho con violencia, el casco me sofoca, pero estoy seguro que el olor a carne y entrañas quemadas no puede ser mejor. Cuando al fin recupero mi capacidad motriz, y algo de mi capacidad pensante, tomo un tornillo del bolsillo y lo lanzo hacia la criatura humeante. La columna de fuego vuelve a alzarse. Laura no puede haber pasado por acá, pienso. Pero de todos modos algo me impulsa a seguir. Pruebo arrojando algunos tornillos más y un par de trozos de pared que se han desprendido, un segundo pilar de fuego aparece, pero nada más. Bajo otras circunstancias me había quedado arrojando objetos con la fascinación de un niño, pero tengo que avanzar.
Camino muy lento arrojando delante de mi lo que voy encontrando, pero el sentimiento de desesperación me desborda y acelero el paso, pronto comienzo a correr. El eco de mis pasos sobre la superficie metálica se confunde con mis propios latidos, mi mente vuelve a nublarse, siento calor y hambre. Continúo avanzando, tratando de decirme a mí mismo que en cualquier momento puede surgir una de esas columnas de fuego y todo terminaría. Pero nadie habla y nadie escucha. Como un pasajero de mi propio cuerpo veo los pasillos, puertas y escaleras sucederse. Hasta que un mal pasó me lanza de cabeza al suelo. Aunque el casco amortigua gran parte del impacto, el mareo me impide ponerme en pie. De repente escucho truenos. Alguien cruza por la puerta disparando hacia atrás. Una aparición fantasmal surge detrás de él, hundiéndole sus garras en la espalda. El hombre continúa disparando hasta que el cargador está vacío. El espécimen al que llaman “Chupasangre” le hace honor a su nombre aferrando sus tentáculos en la cabeza del desafortunado. Mi pie por instinto retrocede y golpea una lata en suelo. El mutante voltea. Mi corazón vuelve a desbocarse, un latido y ya no está allí, sólo sus ojos brillando en la oscuridad. Otro latido y es mi estomago el primero en descender a los infiernos. Este es mi fin, me pregunto si intentará quitarme el casco o si succionara mi sangre por la herida, pero antes de obtener una respuesta, aquel aullido que enmudeció a los zombies inunda la habitación. Los tentáculos se vuelven invisibles y junto a su dueño abandonan el lugar. El verdugo, el primogénito, está aquí para dar la estocada final.
Me desplomo de espaldas contra la pared hasta quedar sentado, observo el traje destrozado y mis vísceras escurriéndose hacia el suelo. Alzo la vista, la figura ante mí debe medir más de dos metros, pero ya no estoy para cálculos. Un largo traje con capucha cubre su cuerpo y rostro. Veo que lleva algo en sus brazos.
- Dios mío! Laura! –grito, pero lo que sale por mi boca no es más que un murmullo.
Intento ponerme en pie y comienzo a toser soltando espesas lluvias de sangre. Ya no puedo moverme. Las lágrimas recorren mi rostro mientras mis manos presionan débiles deseando estrangular al maldito. Él se inclina y coloca a Laura a mi lado, no puedo cerciorarme pero se que ya no está con vida, luego me mira y retira la capucha revelándose. Su rostro ha atravesado el infierno y en ese momento yo lo atravesaría también sólo para poder destrozárselo aún más. Pero veo lágrimas surgir de sus ojos y entiendo que no ha sido él quien me la ha arrebatado. Vuelvo a mirar a Laura y uso todas mis fuerzas para poder tomar su mano. Volteo para agradecerle el poder morir a su lado, pero lo que sea que haya sido, hombre o mutante ya no está ahí.
De a poco mis ojos comienzan a cerrarse, vuelvo a aquellos días de clase, ella esta junto a mí, tiene otra vez esa sonrisa que siempre amé.
- Lo siento, mi amor –digo perdiéndome en sus ojos.
- A donde sea que vayas, allí estaré. –responde mientras toma mi mano y de a poco todo vuelve a ser oscuridad.
Jota_zombie
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